jueves, 20 de septiembre de 2012

Si me esperas encontraré la forma de volver

Hablemos de sueños rotos, de lagrimas derramadas, de noches en vela. Hablemos de dolor, de vacios en el alma, miedo en el corazón. Hablemos también de decepciones, de gente sola, de caricias distantes, kilómetros de mas y deseos de menos. Hablemos de rupturas, de traumas, de impotencia, de besos imposibles, de historias improbables. Hablemos de celos, de mentiras, de verdades a medias. Hablemos de daños, inseguridades y palabreria. Hablemos de escalofríos del pasado, dudas sobre el futuro y parálisis en el presente. Hablemos de todo aquello que nos quito las ganas de creer en el amor.
Ahora, brindemos por ello. Brindemos por ello y por hablar de sonrisas tontas, noches mágicas y besos en el cuello. Brindemos por mariposas en el estomago, manos nerviosas y guiños de complicidad. Brindemos por el sexo, por hacer el amor, por las medias naranjas y las medias rotas. Brindemos por las ilusas horas pasadas pensando en ti, por las que tú pensaste en mi, por las que intentamos no pensar. Brindemos por las fechas, las palabras cursis y las miradas que llegan al corazón. Sigamos bebiendo por los arañazos en la espalda, la corteza grabada de un árbol y estrellas fugaces. Emborrachate hablando de confianza, seguridad y ternura. Brindemos por las películas de finales felices. Por las primeras veces y por todas las demás. Por la esperanza, por las ganas, por los planes, por las calles, por los te quiero que se han dicho, por los que no se pronunciaron jamás, por el día de San Valentín, los regalos acertados, por los que no. Por los saltos de alegrías, latidos acelerados y por las reconciliaciones. Brindemos por las duchas juntos, por los mensajes de buenos días, por los desayunos en la cama. Brindemos por aquellos ancianos que vemos enamorados en el parque. Por aquellos que no pueden estar juntos, por los que no se atreven a estarlo, por los que lo están. Brindemos por él, por tí, por vosotros.
Sigamos brindando hasta que no que no quede resto de ninguna botella y entonces, ebrios y locos, no recordemos todo aquello que nos quito las ganas de creer en el amor.



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